"Ríe con cautela, le sobra experiencia.
Así como Hannah, ella alza su vista y le toma la mano.
Vuelve a creer en los ideales. La vida se torna justa en el horizonte"

jueves, 27 de agosto de 2009


En el país de los mieles, el de chocolate es el rey.
Lo sé, estoy tuerto ahora que hace sueño, no ciego.
Las complacientes noches que se alejan fortuitas y las sonrisas del día que se comparten en descanso.
Unngh para todos.




martes, 11 de agosto de 2009

El ovillo

"La mitología es un mapa interno de la experiencia dibujado por quienes lo han recorrido" J.C. Campbell

Se introduce a un personaje, al laberinto. ¿Y cómo?
Dédalo se ha encargado que su prisión creada, no solo encierre a la terrible bestia sino a que también a quienes reinan a base de su poder conseguido por el miedo. Y es justamente ello en lo que el laberinto les hará reflexionar, sus actos.
En espera, hasta la inminente llegada de quien libre (tanto a padre, hija y monstruo) del auto-impuesto martirio.

La mente de Minos se doblega. Por un lado el domino que ejerce sobre su pueblo le otorga el prestigio y poder al que su estirpe aspira, mientras que por el otro, le pesan las cadenas con las que lo ha conseguido: El minotauro.
La arrogancia magnificente de su ser sufre por la traición de Pasifae y lo amarra al monstruo preso en el laberinto. Encima, Ariadna la hija en legitimidad amorosa, le reprocha constantemente el acto. Se confunde entre preferir la muerte o seguir reinando. De igual forma, ambas pesan, está condenado.
El Minotauro representa lo concreto del acto infiel de Pasifae. Los dioses le han jugado en contra. La criatura se convierte tanto en su poderío como en la piedra que se le cruza en el camino y penetra al corazón ya herido del rey.

Si bien ante la llegada de Teseo, asume que disfruta el poder pero que éste a la vez lo cansa. Lo considera demasiado apegado a su control sobre el Minotauro, lo que lo agobia. Allí se vislumbran los laberintos mentales de Minos, los que libran batalla constantemente. Se sincera con Teseo, busca un escape.
Con Teseo, en un comienzo chocan. El ha venido a sucederlo.
Y se produce la pugna entre la razón (Minos) y la voluntad (Teseo) en donde sus notables similitudes les llevan a dejar todo hacia el deseo voluntarioso que emerge del guerrero, el rey se da cuenta de que está frente a un espejo que lo refleja joven y audaz.

Con Teseo, Minos puede imaginar una nueva oportunidad de ver cumplida su ansia magnificente de gloria y poder. Ésto, debido a que el joven héroe se rige por impulsos de energía sin mayor justificación, como alguna vez lo hizo el propio Minos.
Encima, con el ahora agregado ímpetu de una abstracción mágica como hace aparición el amor: Ariadna. Es instantáneo, casi un mesías para ella y su padre, el salvador que matando a la criatura gana el prestigio sin la necesidad de haber enfundado el miedo como Minos, se guía por coraje e ímpetu..
Se fortalece el deseo de poder tras la proeza, porque una recompensa solventa de fuerzas nuevas al héroe. Minos sabe que poniendo en jaque a su propia hija, logrará mantener su poderío o hacerlo trascender en la mano de su igual Teseo, por lo que no escatima en entregar a Ariadna para ver derrotado su monstruo interior y constante agonía. Libre, y con la misma estirpe gloriosa con la que Teseo ha denominado sus ganas de completar la hazaña.

¿Qué es el laberinto sino una nueva forma o camino de encontrar una salida a lo ya cometido? Salir airoso tras recorrerlo, reconocimiento, trascender, mitificación.
Minos sonríe.

sábado, 8 de agosto de 2009


Vigor a colores.
La mirada que acecha.
Reniega de la soledad.
Los labios rojos.
Sonríe.
Alza la vista.
Mi mujer escarlata.