"Ríe con cautela, le sobra experiencia.
Así como Hannah, ella alza su vista y le toma la mano.
Vuelve a creer en los ideales. La vida se torna justa en el horizonte"

jueves, 17 de junio de 2010

Haciendo propias las sombras de Morell

Una navidad, mis papás me regalaron un caleidoscopio. Estaba fascinado con Peter-Pan y jugaba a que era el Capitán Garfio con su catalejo resplandeciente, el que giraba sin tregua hasta quedar embobado con los colores chillones de los vidrios en su interior que al roce sonaban suavecitos como la campanita del cuento.
Eso hasta que se me cayó y quedó trizado el lente. Entonces, mi "catalejoscopio" pasó a tener una doble perspectiva: por un lado veía una porción de la realidad como tal y por el otro una versión distorsionada de la misma. Imagino que eso lo hizo más mágico. Debe haber sido una de mis primeras experiencias con la percepción de la realidad y sus diferencias sutiles en las miradas según cada persona. Con el tiempo ayudó en parte la mía y a entremezclar un mundo ficticio con el llamado real. Esa amplitud de vista me llevó a encantarme con la visualidad del universo y sus interpretaciones.

Tras ratos de ver las fotografías de Abelardo Morell, evoco este recuerdo. Hay una transportación y reinterpretación en su trabajo sobre lo que consideramos sustancial y un juego a perdernos con la forma y el fondo en sus fotografías. Ya no es importante lo que se presenta en ellas, sino como conviven y se muestran. Curiosamente, armónicas y bellas. En los blancos y negros se interrelaciona la gente (muchas veces sin la necesidad de estar presentes) con un lugar, Y una sábana con el Empire State plasmado allí, puede realzar más la modalidad de vida de quienes habitan allí y contar más historias de urbe al respecto.



El valor agregado, la creación de una técnica y la inspiración vanguardista como eje conductor encaminado a la evolución y a la trascendencia.
Así mismo, una persona detrás, un proyecto de vida personal y comprometido en demasía con la causa reinterpretativa. Esa que nace y obsesiona a partir de exploraciones tan tenues iniciadas con la división de las miradas y el posterior ejercicio de unirlas a través de un solo ojo con amplitud observante. Identificarse, volver a pegar el caleidoscopio y a su vez utilizarlo como un catalejo.






Escrito en relación al trabajo de vida del fotógrafo cubano Abelardo Morell: La Camera Obscura. Obra que se encarga de recrear el procedimiento físico fotográfico (fijar una imagen reflejada) por dentro.

domingo, 6 de junio de 2010

De equilibrios.

Lo propicio para sentirse en las nubes es un suero al amor.
Imagen fuerte es ver a una mujer llorar, todos padecen.
La balanza entre la realidad triste y la ficción bella: un payaso.

sábado, 5 de junio de 2010

Dame un poco más, cabrón


Frío y movimiento, crujen mis dedos como apostadores de hipódromo.

- Te perdono - los hago crujir yo, manteniendo la vista gacha.

- Es un arte - replican con gracia un par de vagabundos misteriosos. La botella de vino les acompaña vistosa y su vida continúa desconocida a la urbe.



Qué políglotas suceden las cosas alrededor. Que intervencionistas e intrusas.
Una cámara me apunta directamente la frente, aún ceñida por mis cuestionamientos.
Carcajadas interinas.

- Te perdono y no es fácil la cosa, pero lo hago. - La neura me posee.
- Te respeto, por eso también lo hago. ¿No suena lo suficientemente lindo decirlo así? Que evado las negatividades para quedarme con lo que creo realmente importante.-
En respuesta solo gesticulan, pero miran. Me miran. Los vagabundos siguen allí, ya son cómplices del acto. Meditan con furia y se chupetean los bigotes color uva.

Flash. Ceguera.

- No alcancé a sonreír, hijo de puta. Para que veas cuanto te quiero y aprecio. La mano que se alza y coscachea a la oreja. Mi oreja.
- Escucha, no sólo oigas. El tiempo ha desvíado caminos pero no significan indiferencias - me encaran - Elegiste amar. Elegiste reír. Practica -
Quiero hacer crujir nuevamente los dedos pero ya no responden, hay que esperar media hora por lo menos para que vuelva a surtir el efecto.
Uno de los vagabundos, el barbudo, se echa en el pavimento a dormir la mona. El otro se aparta con aburrimiento de los acontecimientos y cuenta las monedas que puedan rellenar la botella vacía.

- Elegí todo eso, me atengo a las consecuencias.-
- Entonces no tienes nada más que hacer aquí. Sigue viviendo, de eso se trata.- queman los ojos como cuando se ha jugado demasiado a mantener las pupilas dilatadas.
- ¿Consigo algo al perdonar? - pregunto en forma de retirada.
- No hay respuesta - me retiran con antelación.
Gris, blanco y negro, colores. Limbos, metros cuadrados y términos medios.
Lo anoto, que no hay respuesta al perdón. Y avanzo, hasta que desaparecen de esta galaxia.Me siento, retomo mi lectura en la plaza y no me concentro lo suficiente como para prestarle la atención necesaria. Una mujer voluptuosa que entonces pasa sí lo consigue con miradas. Mis dedos regresan de a poco a su posición. Crujen solos y los remato haciéndolos crujir el doble.

- Esperaré la foto en mi correo, tarde lo que tarde.