"Ríe con cautela, le sobra experiencia.
Así como Hannah, ella alza su vista y le toma la mano.
Vuelve a creer en los ideales. La vida se torna justa en el horizonte"

domingo, 20 de diciembre de 2009

Blanca, le decían a la Navidad.


Me increpaba. Hace solo dos horas la noche de Haloween que prometía grandes emociones, había resultado un bodrio. Era de esperarse terminar en el bar.
¡Mira que hermosa te deleito hoy, no has visto igual! - se vanaglorió - no todas llevan este carmín radiante consigo.
Eres una superficial - respondí con eco - Eso de los estereotipos de belleza, lo inventó la Coca-Cola.
El hombre vestido de Viejo Pascuero, sentado en la mesa contigua, refunfuñó. Y tras dedicarme una mirada de absoluta repulsión, se marchó iracundo del lugar.
Seguí bebiendo en la barra, vendiéndole mi alma a la gaseosa que tenía en frente, esperando impaciente algo fuerte con que combinarla. Los hielos ya estaban servidos

sábado, 10 de octubre de 2009

La mujer del fuego


Cada palabra la repitió tres veces para que no se me olvidara y luego apagó la luz.
En solitario intenté dialogar, mas no encontré respuesta, no encontré cercanía ni compatibilidad.
Me fui alejando mientras que Sibila entraba con firmeza, pues ella parecía abarcar todo con naturalidad. A mí, en cambio, las paredes se me venían encima.
Al no tener escape vacilé.
Y en el minuto cúlmine de mi existencia, las tres palabras volvieron a mi mente: Dios, Amor, Condena.
Sibila me tomó en sus brazos maldiciendo, aun cuando mis muñecas continuaban llorando su carmín.

martes, 1 de septiembre de 2009

Correr.

Corro.
Escapo a un lugar de mayor confianza.
Pude haber olvidado cosas en el camino, pero no pienso devolverme a recogerlas.
Púdranse allí, les digo.
No es una huída cobarde, es encontrar de nuevo el motivo de seguir apostando sin retribuciones a cambio.
Quiero soñar siempre despierto y mantener vigente el carisma de mi imaginación.
Mi refugio constante, con mis propias criaturas y los espejos que supe valorar.

jueves, 27 de agosto de 2009


En el país de los mieles, el de chocolate es el rey.
Lo sé, estoy tuerto ahora que hace sueño, no ciego.
Las complacientes noches que se alejan fortuitas y las sonrisas del día que se comparten en descanso.
Unngh para todos.




martes, 11 de agosto de 2009

El ovillo

"La mitología es un mapa interno de la experiencia dibujado por quienes lo han recorrido" J.C. Campbell

Se introduce a un personaje, al laberinto. ¿Y cómo?
Dédalo se ha encargado que su prisión creada, no solo encierre a la terrible bestia sino a que también a quienes reinan a base de su poder conseguido por el miedo. Y es justamente ello en lo que el laberinto les hará reflexionar, sus actos.
En espera, hasta la inminente llegada de quien libre (tanto a padre, hija y monstruo) del auto-impuesto martirio.

La mente de Minos se doblega. Por un lado el domino que ejerce sobre su pueblo le otorga el prestigio y poder al que su estirpe aspira, mientras que por el otro, le pesan las cadenas con las que lo ha conseguido: El minotauro.
La arrogancia magnificente de su ser sufre por la traición de Pasifae y lo amarra al monstruo preso en el laberinto. Encima, Ariadna la hija en legitimidad amorosa, le reprocha constantemente el acto. Se confunde entre preferir la muerte o seguir reinando. De igual forma, ambas pesan, está condenado.
El Minotauro representa lo concreto del acto infiel de Pasifae. Los dioses le han jugado en contra. La criatura se convierte tanto en su poderío como en la piedra que se le cruza en el camino y penetra al corazón ya herido del rey.

Si bien ante la llegada de Teseo, asume que disfruta el poder pero que éste a la vez lo cansa. Lo considera demasiado apegado a su control sobre el Minotauro, lo que lo agobia. Allí se vislumbran los laberintos mentales de Minos, los que libran batalla constantemente. Se sincera con Teseo, busca un escape.
Con Teseo, en un comienzo chocan. El ha venido a sucederlo.
Y se produce la pugna entre la razón (Minos) y la voluntad (Teseo) en donde sus notables similitudes les llevan a dejar todo hacia el deseo voluntarioso que emerge del guerrero, el rey se da cuenta de que está frente a un espejo que lo refleja joven y audaz.

Con Teseo, Minos puede imaginar una nueva oportunidad de ver cumplida su ansia magnificente de gloria y poder. Ésto, debido a que el joven héroe se rige por impulsos de energía sin mayor justificación, como alguna vez lo hizo el propio Minos.
Encima, con el ahora agregado ímpetu de una abstracción mágica como hace aparición el amor: Ariadna. Es instantáneo, casi un mesías para ella y su padre, el salvador que matando a la criatura gana el prestigio sin la necesidad de haber enfundado el miedo como Minos, se guía por coraje e ímpetu..
Se fortalece el deseo de poder tras la proeza, porque una recompensa solventa de fuerzas nuevas al héroe. Minos sabe que poniendo en jaque a su propia hija, logrará mantener su poderío o hacerlo trascender en la mano de su igual Teseo, por lo que no escatima en entregar a Ariadna para ver derrotado su monstruo interior y constante agonía. Libre, y con la misma estirpe gloriosa con la que Teseo ha denominado sus ganas de completar la hazaña.

¿Qué es el laberinto sino una nueva forma o camino de encontrar una salida a lo ya cometido? Salir airoso tras recorrerlo, reconocimiento, trascender, mitificación.
Minos sonríe.

sábado, 8 de agosto de 2009


Vigor a colores.
La mirada que acecha.
Reniega de la soledad.
Los labios rojos.
Sonríe.
Alza la vista.
Mi mujer escarlata.






sábado, 11 de julio de 2009

Marcos


Tres de la madrugada. Se devolvió por enésima vez a mirarlo. Marcos roncaba allí, tan tangible. Sentía representada la oposición completa a sus deberes de madre, aquellos que, casi de forma instantánea se habían manifestado desde que escuchó ese grito desgarrador previo y la reconfortante exhalación de la criatura en sus pechos. Sentía el vientre agredido al observar la pasividad en el sueño del pequeño Marcos, seguro en su espacio, un hogar. Pensó en la importancia de llamar a alguien por un nombre y se perdió divagando desde el marco de la puerta acerca de la significancia entre un año o varios más, incluso, recordó a su madre y a los entonces repulsivos besos de cada mañana en que la despedía antes de partir al colegio. Quizás por el temor de que no volviera. Pero ella, siempre lo hacía. Pero eran quince años, no uno.
Despegó su objetivo de Marcos. Vomitó en el baño y volvió abatida a la cama.
Posó su cabeza en la almohada y se ahogó con la mucosidad que acompaña a una lágrima.

sábado, 4 de julio de 2009

Los días Frost


"¿Existió alguna vez alguna causa tan perdida,
Una causa por tanto tiempo perdida,
O que se demostrara con el tiempo demasiado vana,
Para las generosas lágrimas de la juventud y la canción?"

"Hannibal" (Robert Frost)


viernes, 3 de julio de 2009

El Huevón Poncho y el mar

Acabo de señalar el porqué la actitud de Poncho no me parece inusual: es un imbécil.
Esa tarde, él (Poncho), su afranelada chomba y discotequero pantalón conocieron el mar.
Y aunque podría afirmar su elección acerca del lugar elegido para conocerlo, poco tardaría en recordar su cromosoma extraordinario, puesto que el rechoncho Poncho, teniendo la facultad de viajar en el tiempo y el espacio con tan solo presionar su ombligo, no encontró mejor lugar para su cometido que observar el mar esa fatídica tarde de verano en Sri-Lanka.



domingo, 28 de junio de 2009

Hay Visitas en la puerta

"Que llueva, que llueva. La vieja está en la cueva.
Los pajaritos cantan, la vieja se levanta."

La cantamos.
A ratos pienso que quizás demasiado.
Hubo quienes nunca debieron alzarse.
Y sin embargo, las aves no discriminan.
Convidada de piedra o no, la lluvia siempre es bienvenida.

jueves, 25 de junio de 2009

Esfumando a la ficción I (La última historia de acción de Julio)

Mi nombre es Julio Friviño, (sí, como la criolla vieja Julia, pero en niñito) y en noches heladas como ésta me acuerdo del disfrute en vida y las locas vueltas que hacen imposible huir del pasado.
Corría 1998 y la noticia apocalíptica de turno parecía indicar que el meridiano de Greenwich se había corrido un par de metros, alterando las longitudes como las conocíamos. Una falla en la corteza terrestre jugaba con la geología, acompañado de raros sucesos alrededor del globo que sólo unos pocos pudimos notar.

Yo trabajaba en un boliche que vendía fósforos en el Quisco. Una relación de amor/odio con la materia, porque potenciaban mi adicción al cigarro. Por lo que las pocas ventas del negocio subsistían gracias a mi bolsillo y a la necesidad de no quedar falto de fuego. Nostalgia latente. Hace poco me había retirado de las misiones especiales, aunque siempre consciente de que me necesitarían de nuevo en alguna tarea encubierta. Un retiro a medias. No hay escape para lo que se ama, como suele suceder.

La noticia no tardó en ampliarse.
Ciencia Ficción pura, hablaron los incrédulos al fenómeno, desmintiendo y desmitificando a la prensa más alarmista.
No faltaron los viejos con la cara como pasa, que hacían gala de medallas que les consagraban como intelectuales aunque conservadores. Una lata.
La parte de corcho de mi cuerpo percibía las ondas cambiantes en la atmósfera, estremeciéndose con cada flujo intertemporal que desordenaba al universo. Un reflejo nato para los de mi especie. Todo hacía preveer que volvería a mis viejas usanzas. Los dados estaban cargados.

La verdad pasó piola y como suele ocurrir en estos casos, las pupilas conspirativas se encargaron de hacerlo ver como una sacudida en la farándula y quebraron a la pareja de turno para distraer. Sin embargo, algunos seres de trapo alcanzamos a notar el cambio más severo: una dimensión paralela se entrecruzaba con la nuestra afectando tiempo y espacio. Junto a ello, las materias inversas no tardaron en manifestarse: gente gruñona siendo amable o avaros demostrando una generosidad inusitada.

Fue así como me reencontré con Gracia Aldunate, una investigadora de lo paranormal con quien había compartido un fogoso affaire años atrás. Ella sabía el secreto de mi doble-vida.
Gracia logró contactarme gracias a un par de títeres amigos y científicos Rusos con los que me carteaba seguido. Se encargó de explicarme lo justo: la dimensión paralela era un universo espejo que revolucionaba las conductas habituales y podía comenzar poco a poco a tomarse la realidad como la conocíamos, suplantándola con identidades contrarias. Pese a la incomodidad del ambiente, actuó como la profesional que era y me chantó la firme: necesitaban un agente que interviniera en la dimensión invasora para encontrar su núcleo, insertar una bomba de ruido y escapar antes de ser consumido por la otra realidad. Me tocaba jugar a Duro de Matar
de nuevo.

Tras una fructífera meditación (la nicotina me ayudó a pensar con claridad y a alivianar la digestión que andaba algo obstruída por el estrés), acepté gustoso. Luego vendría el popular viaje al centro de la tierra.



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Inevitable secuela. Ardiente paciencia.

jueves, 18 de junio de 2009

Jugar Juglar

Hoy jugamos a que te engaño.
¡No! Mejor jugamos a que te extraño.
¿Pero a quién?
Entonces, ¿a qué jugamos?
Jugamos a que te engaño.
Pero solamente jugamos ¿OK?
Porque ya vendré tras la puerta, con la sonrisa en la mano y los ojos un tanto desorbitados. Queriendo pasar por perro y posar mi cabeza para un cariñito, aunque lo niegues con risa malévola.
¿Acaso porque te engaño?
Solo era un juego. De soledades.
Y jugar puede ser serio si las intenciones lo ameritan.
¿Pero a quién engaño?
Me engaño.
Pero recuerda que solamente jugamos.
Aparecerá, y los ojos no seguirán tan desorbitados ni mi risa extraviada en las manos.
Quizá para compartirla.
Con la esperanza de Juglares juguetones a la deriva.

martes, 16 de junio de 2009

De futuras Generaciones

¿Qué se traen entre manos?
Algo que a la larga me perjudica, cuestiono.
A ratos, el caballero de los diarios se convierte en mi confidente.
Los buenos tiempos escasean, pese a que por unos instantes, la balanza se vuelve favorable: el ritmo de la buena onda, me dice Don Julio.
Sin embargo no le creo.
Veo a un muchacho frenético, corriendo en bicicleta mientras esquiva auto tras auto. Conduce igual o peor que aquellos que mantienen su bocina pegada intentando llamarle la atención. Acto seguido, lo veo desbancarse en la cuneta. ¿Inevitable? Sólo con una paradoja temporal o un hoyo negro.
El tumulto me impide ver la magnificencia del chancacazo.
- Huevón - pienso. Sin preocuparme de su estado ni compartiendo la curiosidad que arrastra a la gente que le observa. Pocos hacen algo. Más de alguno alega contra el descriteriado. Hasta que llegan las personas de seguridad de la comuna, entonces, sólo entonces significa algo: un pobre diablo sangrando por la boca en el pavimento.
Sí, lo vi y ya poco me importa. ¿Acaso me desalmo?
Don Julio se ríe. No hay temor en la duda, afirma. No serás villano ni héroe por mostrar indiferencia. Juega al presente de tu estado.
Con la filosofía que me dicta, Don Julio se retira. Agrada encontrar a esos sabios callejeros. Gratis, ni siquiera compré el diario.
Agarro mi mochila que ya se cae del hombro. Estoy flaco, refunfuño mientras me jalo el pantalón para arriba.

lunes, 25 de mayo de 2009

Lombriz solitaria

Un aura ajena a mis colores no hacía más que deslumbrar.
Por contraste la ví. Seguí parado esperando que alguno de los dos dijera algo...y fueron esos cinco minutos de silencio suficientes.
Deseos de agarrarla del pescuezo y besarla.
Egoísmo al máximo y epicentro desmedido de los presentes.
Había mentido con consecuencias tan brutales que dejé de hacerlo, y se notaban fáciles mis engaños.

Invitarla a un helado en invierno y con lluvia presente.
Kryptonita, destruye la fantasía y mátame. Acabas de desconectarme de la realidad.

miércoles, 6 de mayo de 2009

"Negra linda"

Sobre la acera yace una perra. De la criolla raza del quiltro, imagino, al no poder identificarla. Está muerta. No respira.
Está allí, tan latente pero sin vida. ¿Qué es lo que late, entonces? Los pálpitos de quienes pasan a su lado. Apurados. Cada uno en su metro cuadrado. Unos pocos comparten mi pena observante. Y son esos pocos, supongo, los que la mantienen a ratos viva. Que se preguntan el por qué de su deceso, o curiosean al respecto de si el pobre animal vivió con plenitud o no su vida callejera.

Alrededor busco complicidad, y me la entrega una señora gorda sentada en un carrito de esos que venden verduras. – Esta mañana vino a dormir acá – me cuenta al notar mi interés en la escena y su figura. – Todas las mañanas lo hace, pero hoy simplemente no se levantó más.-

Ya son las dos de la tarde, una hora desde que me aparecí en el lugar, y aunque el calor azota, no hay olores putrefactos. La perra sigue allí. Ni ella, ni yo, ni la señora gorda nos hemos movido. La sutileza del momento nos mantiene allí.
Me digo que quizás seamos más sensibles, aunque solo sea un conformismo, puesto que hay un recuerdo que no permite que me despeje.
La imagen me hace rememorar que siendo joven he presenciado ya hartas partidas, que esta es una más y a la vez no lo es.
La importancia de esta perra muerta probablemente no esté a la altura de la pérdida humana, al menos yo no le doy esa categoría y creo, que menos lo hace la gente que pasó a la velocidad de un vendaval inexistente a las acaecidas tardes de sol de la fecha. Sin embargo, es triste.

Veo que el tiempo no deja de avanzar y que debo seguir mi camino, como lo hacen todos. Me alejo despacio del lugar y evoco un suspiro lamentador que satisface mi poca espiritualidad, al menos de las diversas formas religiosas que existen.
Un tanto atolondrado y en trance, un caballero me frena para que no cruce la calle así de distraído. Su uniforme es amarillo. Es un barrendero.
Despierto y le agradezco el gesto de salvataje. Acto seguido, observo como el hombre levanta el cuerpo inerte de la perra y lo coloca en una bolsa negra. – Merece un entierro, mi negra linda – sonríe, buscando mi complicidad. Se la devuelvo. La vida sigue su curso.

jueves, 30 de abril de 2009

El a veces-abominable Gato-Vaca

-¡Camilo, ven a ver al gato-vaca! – grita mi papá desde su pieza. Tomo la cámara y parto al espectáculo.
El gato-vaca es un gato abominable que se posa a diario en el tejado de mi papá. No solo me causa algo de repulsión los feos colores que heredó de una cruza en el tejado (una mezcla de negro y café sobre su espalda que le otorga la singular nómina), sino también su arrogancia.
Ahí está el maldito, y posa con soberbia gatuna mientras relame sus patas sucias.
De repente ya no es tan asqueroso. Intento comprender que es el lente de la cámara el que me engaña, que el gato ruin ese sigue siendo tan horrible como siempre. Sin embargo, cuando lo miro con ojo íntegro, incluso se ve bello. Su pose es casi de un rey que no encuentra reino y yo lo asocio a que no he visto gatos como él, o que su comportamiento le ha alejado de los demás felinos que se asoman por el tejado de nuestra casa. Entonces pienso en que al gato-vaca le agrada la soledad, que posiblemente ese sea su reino y no las orgías nocturnas de los otros copuladores bohemios que a veces no nos dejan dormir o despiertan a plena madrugada.

- Gato tal por cual- refunfuña mi papá. Y el animal no maúlla siquiera, tampoco ronronea. Fome. Complejo de Garfield a huevo, lo caricaturizo.
Mi papá y yo empezamos a aburrirnos de tan insípido movimiento. Nos vamos.
Vuelvo tras unos minutos a ver si el gato-vaca sigue allí. Pero ya no está.
Es bello a ratos, concluyo. Y definitivamente, le gusta la exposición.

martes, 17 de marzo de 2009

Otra vez Sibila (En repudio)

"Sibila, ¡¡perturbas la existencia de las almas en desdicha!!
No te cansas de inspirar el miedo en tu cosecha de víctimas, ¡el amor pasa siempre a un segundo plano!
¿Cómo poder enterarme de lo real de tus deseos y caprichos?
¿Cómo poder identificar el desazón de tus labios una vez que atacas?
Tan solo distinguir los sabores, ¡pero hasta eso imposibilitas!
Tu condena no acaba de ser eterna, seguirás rigiendo los placeres de la estirpe mundana, sin saber que tarde o temprano, tu castigo recaerá en mis manos, y la libertad que alguna vez protegiste en tenencia, ¡¡arrebataré de tu odiosa no existencia!!"

viernes, 13 de marzo de 2009

La sed saciada

La noche reía mostrando sus dientes.
En soledad, se acompañó de la flora. Allí, una de ellas emanaba vigoroso carmín. La arrancó con decisión.
Era un hecho, ya no volvería. Había encontrado su música.
Y previo a que el sueño abatiera el vínculo, apretó con firmeza la cabeza de la rosa y bebió las últimas gotas de agua que ésta le ofrecía.

lunes, 5 de enero de 2009

Sibila, la mujer del fuego

Aún aguardo la base de mis sueños.
Esperando fijamente en que desencadenarán sus verdades ante mis ojos, abriendo espacios inmensos para alejarme del propio.
Despertar sería un infortunio, al que no se atreverían mis facultades ya un tanto perturbadas.
¡Acompáñame Sibila!
¡Juntos no habrá cañón que nos derrumbe ni pared que nos limite!
Quiero seguir abrazándote, no perderte con la aclaración de mis dudas, hacerte mía de una vez por todas y para siempre...

¿Cuánto más pretendes esperar?
Los límites son el contratiempo más absurdo para tu actuar.
Anda, múevete. Juega y encuentra.
Y ahora, frente a frente, cuéntame ¿qué ves?
¿Mudo? ¿Tan grandiosa es la maravilla? ¿Tan brillante la ilusión?
Baja del sueño, que ahora las cosas se miden de nuevo, y por lo que veo eres más de lo que aparentas. Eres tú mismo y eso le agrada. Luchar tiene un precio, la recompensa siempre es gratuita.

En una sonrisa, descargué mis secretos.
¿Qué más queda? Tiempo.
Tras la ausencia, entre mi demencia y la consistencia de un abrazo.
Flotando por espacios exquisitos.
Y que suave se siente.

Libre albedrío: la musa decadente, mi sinestesia.
Redención. Salvación. Paraíso. Sonetos de utopía.
Sueña conmigo esta noche frágil.

domingo, 4 de enero de 2009

Esos Parajes del Rock (El Gordo y la Vespa)

Le grité con coraje a la zona de eco. Posiblemente con mayor coraje del que tuve alrededor de todo este largo período. Pretendía con ello, levantar las alicaídas azucenas del jardín. Hacía ya tiempo que no florecían.
Mustias. Achicharradas por la temperatura irritante.

Una vez que el sonido me devolvió la cordura y la estampa (como para poder erguirme un poco más diestro), abotoné mi camisa y apreté las cuerdas de las zapatillas.
Había camino por recorrer, era una afirmación constante, pero a la vez marcaba huellas en el pavimento, las que alimentadas por las ondas resonantes que gatillaban en mi cabeza, se hundían tan firmes como templarias.
Y es que probablemente las circunstancias lo ameritaban: a veces es bueno dejarse llevar por el oido.