"Ríe con cautela, le sobra experiencia.
Así como Hannah, ella alza su vista y le toma la mano.
Vuelve a creer en los ideales. La vida se torna justa en el horizonte"

miércoles, 24 de febrero de 2010

Azar. (Para Tomás)

Al azar ya nada me convence, son porquerías que se pierden de forma tan fácil y obscena.
La suerte es inválida frente al azar, la convicción también.
Es por eso que en la íncertidumbre prefiero dudar a jugar a algo, pues para esa acción específica, tengo mi caja de juguetes en la mente.
Ahora podría hablarse del condenado más pulcro, el que cree que la certeza es superior a la ignorancia. Me rió en la cara y blasfemo por ellos, pues limpio no seré, pero mi toalla de brillo son los que vagan eternamente en jugar a ganar o jugar a perder sin motivo más miserable que seguir apostándole a la existencia.

Antes que los años resulten ser la porquería más ajena, infieles al reflejo del tiempo ausente y glorias majestuosas para otros, regreso al punto del azar. La selección del borracho que corta los hilos entre la vida y la muerte. Nuestra garantía segura a desaparecer manejada sin estatutos. Estamos para ello y no existe justicia que predomine estoica, un denominado líder que no conoce esos conceptos.
Y me enfoco en que estamos solos, por las propias en esta vida.
Pero no de la forma egoísta de la que pueden hacer lectura mis palabras. Continuamos recargados en conjunto, somos individuos en relación constante, apoyándonos en varas que resultan más pequeñas o altas que otras, pero apoyos de igual manera.
Las necesitamos demasiado, las elegimos.
Queda pensar en los que burlaron la condición más absurda.
Los renegados frente a los hábitos podridos.
Los caminantes eternos que sostuvieron la vara para pasar al otro lado. Esos pilares que no sucumbieron jamás. Entregaban fuerza.
De como fomentaron la importancia de un camino tan limitado del que ya sabíamos el final.
Al menos yo, ya lo sabía.
¿Por qué?
Porque seguimos apostándole a la existencia. Sin saber aún, quién gana el juego.
Azar.





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lunes, 22 de febrero de 2010

Carla

En ese instante deseé que me recordaras desde cada lugar que pisaras. Que se transgredieran todas las limitaciones que no permitían nuestra reunión.
Y te seguí con la mirada hasta lo más lejos, expandí mi vista hasta agotarla.
Pero pese a ello, a mis esfuerzos, a mi afán de controlarte, no pude evitar lo inevitable.
Sueña conmigo te pido, yo no he dejado de hacerlo desde ese maldito segundo básico.

lunes, 8 de febrero de 2010

La %@$·Génesis

Lo lees.
Hay un hombre con el cuerpo tatuado. Descomunal. Temeroso se entrega a los nervios.
¿Es en serio? A lo mejor la urticaria ha terminado por derrotarle.

Mi edición de "El hombre ilustrado" es de esas sencillotas. Responde a la clásica compactación de bolsillo, útil al trajín que le otorgo y a sobrevivir varias noches como lectura de cabecera o de arrastre en mi bolso nómade.
Gracioso, y no de la forma mesiánica, que no sea mi libro favorito de Bradbury, el compilado de cuentos "Las doradas manzanas del sol" ocupa el puesto, pero no es menor que el bautismo de este Blog deba su nombre a uno de las historias que integran "El hombre ilustrado", una terrible y criminal, por cierto.

Hay días en que lo parlanchín me denota una irregularidad para hilar conexiones, arrancando por la tangente. Hace ya un buen tiempo, que a ello le postulo "El dictador interno". Resulto incomprensible, aunque recelo de haberme expresado con total claridad. Y sin embargo, es allí donde florecen mis mejores atisbos creativos. En la búsqueda de explicar lo que quiero decir. Viajo y me incorporo divagando a la travesía del sentido, encontrándome con mis mundos personales de frente. El hombre tatuado que abre su camisa y me ofrece mil historias para la divergencia. Una mezcladora del cemento constructor caótico que resulta mi narrativa.