
Frío y movimiento, crujen mis dedos como apostadores de hipódromo.
- Te perdono - los hago crujir yo, manteniendo la vista gacha.
- Es un arte - replican con gracia un par de vagabundos misteriosos. La botella de vino les acompaña vistosa y su vida continúa desconocida a la urbe.
Qué políglotas suceden las cosas alrededor. Que intervencionistas e intrusas.
Una cámara me apunta directamente la frente, aún ceñida por mis cuestionamientos.
Carcajadas interinas.
- Te perdono y no es fácil la cosa, pero lo hago. - La neura me posee.
- Te respeto, por eso también lo hago. ¿No suena lo suficientemente lindo decirlo así? Que evado las negatividades para quedarme con lo que creo realmente importante.-
En respuesta solo gesticulan, pero miran. Me miran. Los vagabundos siguen allí, ya son cómplices del acto. Meditan con furia y se chupetean los bigotes color uva.
Flash. Ceguera.
- No alcancé a sonreír, hijo de puta. Para que veas cuanto te quiero y aprecio. La mano que se alza y coscachea a la oreja. Mi oreja.
- Escucha, no sólo oigas. El tiempo ha desvíado caminos pero no significan indiferencias - me encaran - Elegiste amar. Elegiste reír. Practica -
Quiero hacer crujir nuevamente los dedos pero ya no responden, hay que esperar media hora por lo menos para que vuelva a surtir el efecto.
Uno de los vagabundos, el barbudo, se echa en el pavimento a dormir la mona. El otro se aparta con aburrimiento de los acontecimientos y cuenta las monedas que puedan rellenar la botella vacía.
- Elegí todo eso, me atengo a las consecuencias.-
- Entonces no tienes nada más que hacer aquí. Sigue viviendo, de eso se trata.- queman los ojos como cuando se ha jugado demasiado a mantener las pupilas dilatadas.
- ¿Consigo algo al perdonar? - pregunto en forma de retirada.
- No hay respuesta - me retiran con antelación.
Gris, blanco y negro, colores. Limbos, metros cuadrados y términos medios.
Lo anoto, que no hay respuesta al perdón. Y avanzo, hasta que desaparecen de esta galaxia.Me siento, retomo mi lectura en la plaza y no me concentro lo suficiente como para prestarle la atención necesaria. Una mujer voluptuosa que entonces pasa sí lo consigue con miradas. Mis dedos regresan de a poco a su posición. Crujen solos y los remato haciéndolos crujir el doble.
- Esperaré la foto en mi correo, tarde lo que tarde.
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