Harvey Pekar no figuraba en ella, pero si lo hacía uno de sus pocos amigos: Robert Crumb, y su creación Fritz the Cat, un gato puta-madre, borracho y mujeriego.

De pequeño llamó poco mi atención, una tira para adultos vieja y mal dibujada, totalmente contraria al estilo armónico y dulzón del mismo Themo. Sin embargo, los años me interiorizaron en la afición al noveno arte y su arista underground. Seducido por el Maus de Art Spiegelman volví a la corriente del trazo sucio y decidor. Entonces, me reencontré con Crumb, pero no con una obra en particular de él, sino el mismo Crumb inserto en un cómic que trataba sobre tipos comunes y corrientes, a veces aburridos de la vida y a ratos experimentando felicidades pasajeras. El autor, Harvey Pekar, el nombre del cómic: American Splendor.

Así como suena. De esplendores. Y no tanto. Pekar, un tipo pesimista en un intento por liberar su desidia y reconocida depresión comienza a hacer el ejercicio, a ratos terapéutico y a otros insolente, de narrar su vida dentro de la vida.
¿Cuál vendría a ser el interés del producto? Demás está decir que la independencia del mismo, de alejarse de las capas y leotardos para relatar frustraciones comunes. En American Splendor nadie vuela y son pocos los que sonríen, la mayoría de las veces sólo lo consigue Pekar tras insolentarse contra alguien o difamar la propuesta de alguna entidad feliz. El viaje del héroe se reduce a la vida diaria del autor y de forma muy poco griega, con mucha más realidad a la hora de identificarse.

Harvey empieza cambiar y no tanto. Su desidia desaparece a ratos y su depresión continúa abatiéndolo aunque se afirma en tener gente a su lado, su tercera esposa y su hija adoptada. La vida, hasta la muerte, el último villano de Harvey Pekar.
Hacia la trascendencia, una historia hecha cómic. Una especie de diario de vida remilgado y con manchas de grasa. La vida, como la conocemos con sus pocos esplendores, y tampoco tantos.
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