"Ríe con cautela, le sobra experiencia.
Así como Hannah, ella alza su vista y le toma la mano.
Vuelve a creer en los ideales. La vida se torna justa en el horizonte"

lunes, 12 de julio de 2010

Esplendor trascendental, y no tanto.

El primer número del Cucalón de Themo Lobos que tuve en mis manos incluía una historia de Mampato en el lejano Oeste. En sus páginas centrales, la clásica lección de dibujo que añadía el autor, con referencias a artistas que le habían inspirado en la construcción gráfica de sus personajes.
Harvey Pekar no figuraba en ella, pero si lo hacía uno de sus pocos amigos: Robert Crumb, y su creación Fritz the Cat, un gato puta-madre, borracho y mujeriego.

De pequeño llamó poco mi atención, una tira para adultos vieja y mal dibujada, totalmente contraria al estilo armónico y dulzón del mismo Themo. Sin embargo, los años me interiorizaron en la afición al noveno arte y su arista underground. Seducido por el Maus de Art Spiegelman volví a la corriente del trazo sucio y decidor. Entonces, me reencontré con Crumb, pero no con una obra en particular de él, sino el mismo Crumb inserto en un cómic que trataba sobre tipos comunes y corrientes, a veces aburridos de la vida y a ratos experimentando felicidades pasajeras. El autor, Harvey Pekar, el nombre del cómic: American Splendor.


Así como suena. De esplendores. Y no tanto. Pekar, un tipo pesimista en un intento por liberar su desidia y reconocida depresión comienza a hacer el ejercicio, a ratos terapéutico y a otros insolente, de narrar su vida dentro de la vida.
¿Cuál vendría a ser el interés del producto? Demás está decir que la independencia del mismo, de alejarse de las capas y leotardos para relatar frustraciones comunes. En American Splendor nadie vuela y son pocos los que sonríen, la mayoría de las veces sólo lo consigue Pekar tras insolentarse contra alguien o difamar la propuesta de alguna entidad feliz. El viaje del héroe se reduce a la vida diaria del autor y de forma muy poco griega, con mucha más realidad a la hora de identificarse.
Con tal movimiento, resultan anécdotas y extractos que se alejan de la miseria del propio autor, al convertirse en una ventana a su intimidad. Pasamos a conocer sus romances, opiniones (las tiene frente a todo lo que se mueva y lo que no también), su familia y su propia vivencia frente al cáncer de próstata que lo pone en jaque (Our Cancer Year).

Harvey empieza cambiar y no tanto. Su desidia desaparece a ratos y su depresión continúa abatiéndolo aunque se afirma en tener gente a su lado, su tercera esposa y su hija adoptada. La vida, hasta la muerte, el último villano de Harvey Pekar.

Hacia la trascendencia, una historia hecha cómic. Una especie de diario de vida remilgado y con manchas de grasa. La vida, como la conocemos con sus pocos esplendores, y tampoco tantos.



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