
Muchos nervios me han vencido. Quizás desarollados a partir de fracasos e imprevistas bajadas a tierra.
Ahora, cuando argumento, mi mano tiembla. La verdad no recuerdo si antes lo hacía, quizás fue el copete, o simplemente las ansias de ser escuchado con cautela.
Junto a ello mezclo temas, divago, pero por sobre todo, variadas ocasiones resulto incomprensible si el receptor interpreta de forma literal mis palabras.
Me gustaría creer que resultan un laberinto de metáforas, destrozadas a partir de una sobrecarga del lenguaje.
Es cierto, me gustan las letras y su referencia: escribir y por sobre todo leer.
Y leer suena amplio, y como amplio suena, afirmo que amplio es.
Hallo las salidas justo donde creo que nadie entendió un carajo, porque aquella expresión fácil a la que creo ser esquivo, me escupe con gritos que el hilo acompaña al escape.
Entonces, aún perdido en la estratósfera, comprendo.
Soy rey tras completar la tranca. Y me divierto.
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